Cruzó descalzo el fuego de su infierno,
En el despegue de su cuerpo hacia la nada
Allí, donde destinó llevar al olvido y encararla,
tendió sus brazos al vacío y prometió nunca regresar.
Desplomándose, atravesando la oscuridad,
Surcaba el aire con cada parte de su cuerpo
Ya sobreexpuesta y de errante aprendizaje,
De pensares y motricidades que renunciaban a ser él
Al borde de la muerte por encima del sufrimiento.
Un trueno impávido y de dolo presenciaba algo inaudito,
El cielo y el sol decidieron unirse con el…
Contrastando con un beso entre huecos de las nubes
Y el último rayo de luz que escapaba del ocaso,
Concebían entre sus planeos la danza de la lluvia.